Wayne Shorter
¿Cuál va a ser el repertorio de su próxima gira?
Será un concierto lleno de oportunidades para adentrarse en lo desconocido, en lo inesperado, sin ningún ensayo previo. Creo que el mundo se enfrenta a eso hoy en día, a lo desconocido, y que la Humanidad necesita coraje para afrontar el desafío. Eso es el jazz, ir hacia el futuro sin miedo.
¿Cómo se vence al miedo?
No preocupándonos por el error, porque creo que no existe. Igual que las fórmulas. Pienso que las fórmulas y las prescripciones en el jazz siempre han sido sólo una ilusión. Es como en la vida: no hay fórmulas de la felicidad, sólo un viaje sin principio ni final, como en una improvisación.
¿Qué defectos ve en la actualidad musical?
El ansia por la recompensa material y comercial. El deseo de ser creativo e imaginativo está impulsado por la búsqueda del poder económico, y creo que esto ocurre por haber dejado a la cultura en el escalón más bajo de la sociedad americana durante demasiado tiempo.
El dinero debe ser una consecuencia, no el objetivo.
Exacto. La buena música no busca hacer dinero, sino elevar el nivel espiritual de la Humanidad, hacer de la condición humana algo más digno. El jazz significa luchar por ser mejor persona, el be-bop llegó porque queríamos ser mejores personas. Alguien que puede tocar una melodía preciosa y luego llegar a casa y maltratar a su familia, lo tendrá difícil para alcanzar la plenitud en el jazz.
¿El jazz es un buen instrumento para enfrentarnos a nuestros demonios?
Sí, y creo que el flamenco también. Son dos músicas hermanas en muchos sentidos, eso es algo que descubres poco a poco.
¿Qué cree que era lo que más le gustaba a Miles de usted?
Espera, te haré otra imitación. «Mmm… Wayne… Eres misterioso…», ¡ja, ja! Juntos hicimos música de otro planeta. Aprendimos a romper las reglas, a salir de la caja… y lo más importante: sin meternos en otra.

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